Shirdi Sai Baba

Shirdi Sai Baba

Sai Baba de Shirdi nació en un remoto pueblo llamado Pathri, en Maharashtra, el 28 de Septiembre de 1835 de una pareja, Gangabhavadiya y Devagiramma.

Gangabhavadiya, abrumado por un intenso sentimiento de renuncia después del nacimiento de su hijo, decidió retirarse en el bosque. Con Devagiramma religiosamente siguiendo a su marido, el niño fue dejado al cuidado de la naturaleza. Un pío Musulmán y su mujer cuidaron del niño abandonado hasta la edad de cuatro años. Luego, entregaron el niño a un maestro espiritual llamado Gopalrao Deshmukh (también conocido como Venkusa). Durante 12 años, hasta 1851, Baba estuvo en el ashram de Sri Venkusa. Baba llegó a Shirdi por primera vez una noche de 1851. Sin embargo, se marchó al cabo de dos meses. Regresó de nuevo a Shirdi en 1858 y permaneció en Shirdi por 60 largos años.

Llegó a Shirdi como una entidad sin nombre. Uno de los primeros que se le aproximó en Shirdi se dirigió espontáneamente a él llamándole ‘Sai’ que significa Salvador, Maestro o Santo. ‘Baba’ significa padre como expresión de reverencia. En el juego Divino todo estaba designado de tal forma, que repentinamente Él inspiró a esa persona para que lo llamase por su nombre, lo que resultó de lo mas apropiado para Su misión.

Todo lo que sabemos con seguridad es que la llegada de Sai Baba a Shirdi fue anónima. Fue visto por primera vez sentado bajo un árbol de neem (margosa) fuera del pueblo, alrededor del año 1854. Sin embargo, ni siquiera esta fecha  está del todo registrada. En esos primeros días de su juventud, Sai Baba permaneció como un extraño estando bajo el árbol margosa durante un tiempo, hasta que repentinamente se marchó de Shirdi para regresar otra vez en 1858, permaneciendo allí hasta el día en que dejo su cuerpo mortal en 1918.
El segundo advenimiento de Baba a Shirdi, alrededor de 1858, fue bastante distinto al primero. En esta ocasión participó en la procesión de una boda como invitado de honor. Al llegar a Shirdi, fue inmediatamente reconocido por alguien como la misma personalidad anónima y santa que años atrás solía sentarse bajo el árbol de neem, y le dio la bienvenida diciendo “Ya Sai” –Bienvenido Sai.
En los primeros días de su estancia en Shirdi, pasó su tiempo vagando por los alrededores del pueblo y de las frondosas junglas vecinas o sentado bajo el árbol margosa totalmente absorbido en sí mismo. Los primeros que consideraron a esta figura santa fueron Mhalsapati, Tatya Kote, Bayyaji Bai y algunas otras personas. Bayyaji Bai se sintió profundamente motivada por este Santo Divino, y con su instinto maternal solía andar millas buscándole dentro la jungla, llevando comida en una cesta encima de su cabeza. A menudo encontraba a Sai Baba sentado bajo algún árbol en profunda meditación, aquietado y sin moverse. Se acercaba a él con coraje, le servía la comida y regresaba a su casa.

Después de algún tiempo, por compasión hacia ella, Sai Baba dejó de andar por los alrededores y se instaló en un mezquita dilapidada a la afueras del pueblo. Él se refirió a esta mezquita en la que residió hasta Sus últimos días, como ‘Dwarkamai’ (Dwarka fue el lugar donde el Señor Krishna residió para satisfacer Su divino Advenimiento). Esta mezquita ‘Dwarkamai’, morada de Sai Baba, se convirtió en la Madre de la Misericordia de allí en adelante.

Shirdi tenía una corpulencia atlética y en sus días de juventud le gustaba la lucha libre. Otro aspecto de la personalidad de Sai Baba era su amor por el canto y el baile. En esos primeros años de su vida estaba acostumbrado a ir a ‘Takia’,  el resguardo público nocturno para los musulmanes que visitaban el pueblo. Allí, en compañía de devotos y faquires, él acostumbraba a bailar y cantar en éxtasis divino, con pequeñas cascabeles atados alrededor de sus tobillos. La mayoría de las canciones que cantaba eran en persa o árabe. Algunas veces entonó algunas canciones populares de Kabir.

Sai Baba solía vestir una camisa larga, el ‘Kafni’, y una pieza de tela atada alrededor de su cabeza y, con gran porte, la entrelazaba con un pliegue fruncido detrás de su oreja izquierda. Usaba una pieza de saco como asiento y dormía sobre ella con un ladrillo como almohada. Él siempre declaró que Fakiri (la Santa pobreza) era muy superior a la riqueza mundana. No era un faquir ordinario, sino un ‘Avatar’ (encarnación) de un orden muy superior. Pero su apariencia externa era la de un hombre simple, inculto, malhumorado, enérgico, en unos momentos  fiero e insultante, y en otros, lleno de compasión y amor. En los instantes de mayor irritación, quienes le rodeaban pensaban que su cólera era ingobernable.  Pero su ira nunca le impidió actuar con compasión hacia sus devotos. Su ira era evidentemente dirigida hacia fuerzas invisibles. Él encarnó todos estos rasgos sólo para ocultar Su real identidad de Dios encarnado. Bajo la cobertura de la simplicidad, Él trabajo silenciosamente para la transformación espiritual y la liberación de las innumerables almas, tanto de seres humanos, como de animales, que eran atraídos hacia Él por fuerzas invisibles.

Shirdi Sai Baba pedía limosna y compartía lo que se le ofrecía con sus devotos y todos los seres que le rodeaban. Nunca guardó alimento alguno en reserva para la siguiente comida. Mantuvo el ‘Dhuni’, el fuego sagrado perpetuo, y distribuyó sus cenizas, el ‘Udi’, como señal de gracia divina a todos aquellos que se le acercaban pidiendo ayuda. Baba pedía ‘Dakshina’ (dinero ofrecido con reverencia al ‘Guru’ o maestro) a algunos de aquellos que venían a verle. Esto no se debía a que él necesitara dinero, sino que obedecía a un significado mucho más profundo, del que los devotos se daban cuenta a su debido tiempo.
En el mismo día, Baba acostumbraba a distribuir gratuitamente todo el dinero recibido como Dakshina entre los destituidos, los pobres, los enfermos y los necesitados. Éste era uno de los métodos de Baba para probar el apego de los devotos a las cosas mundanas y su voluntad para la renuncia.

Él cultivó la tierra comunal del pueblo y construyó allí un jardín de flores, que Él mismo regó con cubos llenos de agua que cargaba en sus hombros. En los últimos años pasó algunas horas en este jardín que él mismo creó.

Sai Baba estaba a cada momento ejerciendo una doble consciencia, una que utilizaba activamente el aparente Ego llamado ‘Sai Baba’, tratando con otros egos en los asuntos temporales y espirituales, y otra que  enteramente consideraba a todos los egos como el Ego Universal.

Él se mostraba como el Dios de los hombres comunes. Vivía con ellos, dormía con ellos, comía con ellos. Baba tenia un adorable sentido de humor. Compartía el ‘chillum’ (una pipa de arcilla utilizada para fumar) indiscriminadamente con ellos para erradicar la superioridad y ortodoxia arraigada en sus mentes. No tenía pretensiones de ningún tipo. Siempre se mostraba jovial en la presencia de niños. Baba solía dar de comer a los faquires y devotos y a veces incluso cocinaba para ellos.

La perfecta pureza de Sai Baba, su benevolencia, desapego, compasión y sus otras virtudes despertaban la reverencia de los habitantes de los pueblos de su alrededor. Su divinidad no pudo permanecer oculta por mucho tiempo. Al principio, cuando la gente quería mostrarle su reverencia, Baba protestaba y les disuadía. Pero gradualmente les permitió hacerlo, sabiendo que ésta sería la manera de beneficiar material y espiritualmente a millones de devotos de ahí en adelante.

El Dwarkamai de Sai Baba era abierto a todos, al margen de su casta, credo y religión. A medida que los días iban transcurriendo, devotos de todo tipo empezaron a fluir hacia Shirdi. En poco tiempo, la ciudad se hizo prominente. A medida que empezaron a llegar más regalos y presentaciones, también se incrementó la pompa y grandiosidad en la adoración a Sai. Pero la vida de Baba como faquir permaneció inmutable, imperturbable, inalterable y en esto yace la gloria espiritual del Santo.

El vivía Su divina misión a través de Su Ser puro en la manifestación de un cuerpo humano. La inmensa energía que era manifiesta en el cuerpo de Sai se movía de forma misteriosa, creándose y recreándose en todas partes, más allá de la comprensión del tiempo y el espacio.

Esta fuente de inigualable gloria espiritual, dejó Su cuerpo mortal el 15 de Octubre de 1918. Cada miembro, cada hueso y cada poro de su cuerpo estaban impregnados de esencia divina. Baba proclamó que, aunque un día su cuerpo físico no existiera, sus restos se comunicarían con todos los que le buscaran con anhelo interno. Su misión de amor en Su cuerpo físico quizás llegó a su fin, pero aún hoy Él continúa trabajando incluso con más vigor como el ‘Espíritu Sai’.
Sai Baba de Shirdi es el Símbolo y Esencia de todas las religiones.

(Extraído de las páginas web: www.shirdibaba.org  y www.sathyasai.org, y traducidos y revisados por el Arya Saya Kunsal Kassapa)